martes, 12 de noviembre de 2019

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CAPÍTULO 4
LAS CIENCIAS FORMALES
4.1 La matemática: constructos formales y realidad
Si preguntamos a un grupo de estudiantes universitarios si conocen la demostración del Teorema de Pitágoras según el cual "en un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos", pueden contestar que sí, y para probarlo pueden recurrir al uso de reglas, transportadores y otros instrumentos de medición, pueden dibujar figuras sobre una cartulina, armar rompecabezas, etc. A pesar de lo útil del procedimiento para entender los casos de aplicación del teorema, cualquier cuerpo geométrico que puedan construir o dibujar con estos elementos no constituye una demostración del Teorema de Pitágoras, y no habrán logrado nada superior a lo que hacían los antiguos agrimensores egipcios. Es decir, no habrían proporcionado una demostración en el campo de las ciencias formales, en este caso, de la geometría. Con este clásico ejemplo, Cohen y Nagel (1968, tomo I) advierten que una demostración es una prueba lógica, no supone una prueba empírica ni afirma o niega nada acerca de la verdad fáctica de las premisas o conclusiones involucradas. En lógica, aritmética, geometría, la verdad de las proposiciones no se demuestra mediante ningún método experimental. En estos casos, una prueba lógica es un "señalamiento" de las implicancias entre un conjunto de proposiciones llamadas "axiomas" - que no se demuestran - y otras proposiciones llamadas "teoremas" que sí deben demostrarse.
Desde el punto de vista puramente lógico, una demostración puede verse como un argumento cuyas premisas son los axiomas o postulados, y la conclusión, la conjunción de todos los teoremas deducidos. Esta cuestión lógica tiene que ver con la validez de la inferencia y afecta al plano sintáctico, a la admisión de ciertas reglas dentro del lenguaje, y no a la verdad o falsedad empírica de sus proposiciones, A diferencia de las proposiciones de las ciencias fácticas, sólo los "vacíos" teoremas deducidos de los axiomas son verdaderos, pero no dicen nada acerca del mundo. El epistemólogo español, Jesús Mosterín (2000) afirma que somos como las arañas, y las teorías de las ciencias formales son como las redes o telas de araña con las que tratamos de capturar el mundo. No hay que confundir estas redes con el mundo real, pero sin ellas, ¡cuánto más lejos estaríamos de poder captarlo!
La aplicabilidad de las ciencias formales a la realidad es objeto de discusión filosófica. A ese respecto afirma Karl Popper (1983) que la creencia en que cualquiera de los cálculos de la aritmética es aplicable a cualquier realidad es insostenible, ya que, por ejemplo, no podemos decir que hay 3,6 o 3,1416 cocodrilos en el zoológico; para contar cocodrilos debemos utilizar el cálculo de los números naturales. Pero para determinar la latitud de nuestro zoológico o su distancia de Greenwich, quizás tengamos que hacer uso del número π. Sí consideramos una proposición tal como "2 + 2 = 4", es claro que se la puede aplicar a "manzanas", por ejemplo, en diferentes sentidos. En el primero de esos sentidos, el enunciado "2 manzanas más 2 manzanas es igual a 4 manzanas" es considerado irrefutable y lógicamente verdadero pero no dice nada referente a las manzanas. Su verdad reside en las definiciones de "2", "4", "+", "=" (estas definiciones pueden ser implícitas o explícitas). De esta manera, podemos decir que la aplicación no es real sino aparente. Aún más importante es la aplicación en el segundo sentido. Desde este punto de vista, puede considerarse que "2 + 2 = 4" significa que si alguien coloca dos manzanas en una canasta y luego otras dos, y no extrae de la canasta ninguna manzana, habrá en ella cuatro. Según esta interpretación, el enunciado "2 + 2 = 4" se convierte en una teoría física, no lógica, y, por ende, no podemos estar seguros de que sea universalmente verdadero: de hecho no lo es, ya que puede valer para manzanas pero no para otras entidades como "animales", "gotas de un líquido", etc.
La concepción clásica sobre la metodología de las ciencias formales se encuentra ya en Aristóteles, cuando destaca los tres supuestos fundamentales de la ciencia demostrativa: el supuesto de deducibilidad, el de evidencia y el de realidad. El primero de los supuestos admite que la ciencia  demostrativa debe partir de ciertos principios, los indefinibles, que servirán para definir cualquier otro término, y, por otro lado, deberá partir de los indemostrables o axiomas para demostrar todas las otras verdades de esa ciencia mediante el empleo de reglas. El supuesto de evidencia exige que los axiomas sean de tal naturaleza que se los pueda aceptar como verdaderos sin demostración. La evidencia debe alcanzar también a los términos primitivos, de manera que su claridad permita aceptarlos sin definición. Las definiciones, por su parte, son  las encargadas de declarar unívocamente el ser de las cosas y por ello serían verdaderas. Estos dos supuestos se admiten junto al supuesto de realidad, puesto que, para Aristóteles, "ciencia" es siempre "ciencia de la realidad".
El prototipo de esta 'presentación axiomática' son los Elementos de la Geometría de Euclides, que datan aproximadamente del año 300  a. C, obra que durante más de dos mil doscientos años fue considerada como el modelo de las ciencias matemáticas y como el espejo de la exactitud científica. En los Elementos, toda la geometría, que hasta entonces era una reunión de reglas empíricas para medir o dividir figuras, se convierte en ciencia deductiva: de este modo, el conocimiento empírico pasa a ser conocimiento formal.
Además de los axiomas, Euclides emplea postulados, sumando otras reglas de inferencia a las reglas de la silogística aristotélica. Euclides comienza por definir algunos términos. La primera definición sostiene:
"Punto es lo que no tiene partes". Y la segunda definición:
"Línea es una longitud sin anchura".
Proporciona un grupo de postulados y un grupo de axiomas. Los postulados son los siguientes:
1. Desde cualquier punto a cualquier otro se puede trazar una recta.
2. Toda recta limitada puede prolongarse indefinidamente en la misma dirección.
3. Con cualquier centro y con cualquier radio se puede trazar una circunferencia.
4. Todos los ángulos rectos son iguales entre sí.
5. Si una recta, al cortar a otras dos, forma de un mismo lado ángulos internos menores que dos rectos, esas dos rectas prolongadas indefinidamente se cortan del lado en que están los ángulos menores que dos rectos.
Entre los axiomas se encuentran los siguientes:
"Cosas iguales a una misma cosa, son iguales entre si".
"Si a cosas iguales se le agregan cosas iguales, las sumas son iguales".
Los axiomas tienen un carácter general, mientras que los postulados son considerados como los puntos de partida específicos de cada ciencia. Lo importante es que, tanto axiomas como postulados, son considerados verdades evidentes que no tienen ni necesitan demostración. Sobre la base de ellos, demuestra un conjunto de proposiciones. Estas proposiciones demostradas son los teoremas. Por ejemplo:
"En los triángulos isósceles los ángulos de la base son iguales entre sí, y si se prolongan las rectas iguales (lados), los ángulos debajo de la base serán también iguales entre sí".
Entre los postulados de Euclides, los cuatro primeros expresan nociones más o menos evidentes para la intuición. En cambio el quinto postulado, conocido también como el Postulado de las paralelas, carece de este tipo de evidencia y resulta más complicado de entender. De hecho, tal parece que Euclides mismo evitó usarlo, lo que llevaría a pensar que fue el primer geó-metra no euclideano (Schuster, 1992)
Durante el siglo XIX y principios del XX, desarrollos revolucionarios en 166 ARGUMENTOS Y TEORÍAS el campo de las matemáticas pusieron en crisis los presupuestos de la ciencia demostrativa, especialmente los supuestos de evidencia y de realidad. Saccheri (1667-1733) sustituyó el Postulado de las paralelas por otros supuestos contrarios y después trató de deducir una contradicción del conjunto de los otros postulados de Euclides y este nuevo conjunto de enunciados. Con ello no demostró que la geometría euclideana es contradictoria sino que es incompatible con otras. La formulación de las geometrías no euclidianas, en las que no es válido el quinto postulado de Euclides, es un logro debido a los trabajos de Gauss (1777-1855), Lobachevsky (1793-1856), Bolyai (1802- 1860) y Riemann (1826-1866), quienes abrieron nuevos caminos para el desarrollo de los sistemas axiomáticos. Una revolución parecida ocurre en el campo de la lógica con los trabajos de Boole y De Morgan a mediados del siglo XIX, que constituyeron un estímulo para que distintas disciplinas incorporaran desarrollos cada vez más generales. La teoría de conjuntos de Cantor y la lógica de Frege aportaron el máximo de generalización permisible para la época, y permitieron caracterizar una nueva concepción de las ciencias formales. Whitehead y Russell en los Principia Mathematica completan la tarea revolucionaria en el primer tramo del siglo XX. En esta concepción contemporánea, la visión clásica de las ciencias deductivas es reemplazada por otra donde la matemática se presenta como una jerarquía de estructuras caracterizadas por ciertas propiedades formales definidas axiomáticamente.
Actualmente, queda claro que Euclides no es la última palabra en geometría, como se creyó durante siglos, puesto que se pueden construir nuevos sistemas geométricos empleando axiomas distintos e incluso incompatibles con los de Euclides. La convicción de que los axiomas pueden establecerse en virtud de su autoevidencia resultó drásticamente desmentida. Por el contrario, gradualmente se fue reconociendo que el trabajo de un matemático es derivar teoremas a partir de hipótesis, postulados o axiomas y no, en cuanto matemático, decidir si estos puntos de partida son realmente verdaderos. A diferencia del resto de los científicos que emplean las matemáticas para investigar un campo de estudio particular, el único problema que el matemático tiene que afrontar no es saber si los enunciados de partida que utiliza son verdaderos, sino si las conclusiones a las que arriba son consecuencias lógicas necesarias de estas hipótesis de partida.
El carácter formal de la lógica se revela en el hecho de que esta disciplina se ocupa únicamente de estructuras formales y de las relaciones entre tales estructuras. Una de estas relaciones es, por ejemplo, la deducibilidad. Sin embargo, una lógica puede ser formal sin ser todavía formalizada. Una lógica se halla formalizada cuando se enumeran en ella todos los signos no definidos; se especifica en qué condiciones una fórmula dada pertenece al sistema; se enumeran los axiomas usados como premisas y las reglas de inferencia consideradas como aceptables, etc.
Así, por ejemplo, la lógica aristotélica es una lógica formal, que puede ser formalizada, tal como lo ha hecho J. Lukasiewicz en su obra sobre la silogística aristotélica. Vale la pena advertir que los términos 'formal' y 'formalizado' no deben confundirse con el vocablo 'formalista', que se utiliza para designar una de las tres grandes escuelas en la matemática contemporánea, junto a las escuelas logicista e intuicionista. En el ámbito de la lógica y la matemática, el Formalismo es un movimiento impulsado por Hilbert en los años 20. Hilbert inventó un lenguaje de la lógica y comenzó a trasladar las afirmaciones de la teoría de números dentro de él. Su propósito era construir sistemas formales completos para las principales teorías de la matemática clásica. Completos en el sentido de que cualquier afirmación puede o bien ser demostrada o bien ser demostrada su negación. El programa de Hilbert también requería que se demostrara la consistencia de dichos sistemas formales.
4.2. Sistemas axiomáticos
Los componentes de los sistemas axiomáticos son:
1. Los términos primitivos.
2. Las definiciones.
3. Los axiomas. 168 ARGUMENTOS Y TEORÍAS
4. Reglas (razonamientos deductivos).
5. Teoremas,
A fines del siglo XIX, Giuseppe Peano (1858- 1932) intenta sistematizar axiomáticamente las verdades conocidas tradicionalmente sobre los números naturales, sus propiedades y operaciones básicas. Citamos, a modo de ejemplo, algunos componentes del sistema axiomático construido:
Términos primitivos
Cl Número natural
C2 Cero
C3 El siguiente de
Axiomas
Al Si un objeto es número natural, el siguiente también lo es
A2 El cero es un número natural
A3 El cero no es el siguiente de ningún número natural
A4 Dos objetos con el mismo siguiente son el mismo número natural
A5 Si el cero tiene una propiedad (j) y el que un número natural sea
(j) implica que su siguiente también es (j), entonces todo número natural tiene (j)
A5 es considerado un esquema axiomático ya que contiene una variable
(j), en este caso, una variable para propiedades, lo que da lugar a axiomas específicos para los casos de ejemplificación, como advierten Díez y Moulines
(1999).
Teoremas
TI El siguiente del siguiente de cero es un número natural
T2 El siguiente del siguiente del cero no es el siguiente del cero
T3 Cero no es el siguiente del siguiente del cero
Definiciones
D1 Uno es el siguiente del cero
D2 Dos es el siguiente de uno
Como vemos, los términos primitivos no se definen pero sirven para definir otros términos. Es claro que un intento de definir todos los términos conduciría a un círculo vicioso. Así, por ejemplo, un diccionario puede definir "existir" como "ser", y luego definir "ser" como "existir", con el resultado de que "existir" significa "existir". Para evitar esta dificultad, en un sistema axiomático se seleccionan ciertos conceptos como primitivos o sin definición, y se definen a partir de ellos todas las demás nociones necesarias. El primer paso para construir un sistema axiomático consiste en proporcionar una lista de todos los términos sin definición. Por motivos prácticos es conveniente disponer sólo de pocos de estos términos, aunque a veces el reducirlos a un mínimo da lugar a complicaciones innecesarias El segundo paso para conformar un sistema axiomático consiste en establecer una relación de todas las proposiciones para las que no se dan demostraciones. Estas proposiciones son los axiomas del sistema. Del mismo modo que sucede con los términos, para el caso de los axiomas, es necesario partir de enunciados que no necesiten demostración, para evitar incurrir en un regreso al infinito o en un círculo vicioso. Los axiomas se consideran enunciados verdaderos sin que su verdad se derive de otros enunciados. Se busca siempre partir del menor número de axiomas. Los primeros sistemas axiomáticos eran muy arbitrarios y recargados, mientras que los actuales evidencian sencillez y economía de recursos.
Los axiomas y las definiciones, aparentemente, son triviales. Por ejemplo: si soy argentino o soy argentino, entonces, soy argentino.
En esta aparente trivialidad radica la fuerza de un sistema axiomático, en la medida en que, construido sobre sencillos axiomas, un sistema axiomático conduce a la formulación completa de una ciencia de ellos derivada. El vigor deductivo permite inferir el máximo de leyes, y es allí donde radica el valor del sistema. El cuarto paso para construir un sistema axiomático consiste en desarrollar el sistema, esto es, deducir las consecuencias lógicas mediante el empleo de reglas de inferencia que, en todos los casos, son razonamientos deductivos. Estas consecuencias son los teoremas del sistema.
Puede definirse a un teorema como "el último paso de una demostración". Una demostración es un conjunto finito de enunciados donde cada uno de ellos es un axioma o es una consecuencia lógica de otros enunciados anteriores, en virtud de una regla de inferencia. Dado que los axiomas se admiten como enunciados verdaderos y las reglas de inferencia son razonamientos deductivos, es decir, inferencias que transmiten la verdad, entre premisas y conclusión, los teoremas son enunciados verdaderos.
La presencia inevitable en todo sistema axiomático de términos sin definición y proposiciones sin demostración es lo que Russell señala en su famoso aforismo, cuando dice que "en matemáticas nunca se sabe de qué se está hablando ni si lo que se dice es verdad'.
Al respecto afirma Alfred Tarski:
Los principios que vamos a estudiar tienen por objeto asegurar al conocimiento matemático el mayor grado posible de claridad y certeza. Desde este punto de vista sería ideal un procedimiento que permitiese aclarar el sentido de todas las expresiones que apareciesen en esta ciencia y fundamentar todos sus teoremas. Ahora bien, es fácil ver que este ideal no sería realizable nunca. En efecto, cuando se trata de aclarar la significación de una expresión, hay que emplear necesariamente otras expresiones; para aclarar la significación de estas nuevas y evitar el círculo vicioso, deberíamos valemos a su vez de otras, y así sucesivamente. De este modo, comenzamos un proceso que nunca llegaría al fin, al que hablando gráficamente llamamos retroceso infinito —regressus in infinitum- Exactamente lo mismo pasa al fundamentar los teoremas matemáticos: para fundamentar un teorema, debemos recurrir a otros y (si queremos evitar el círculo vicioso) recaemos también en el regressus in infinitum. Como expresión del compromiso entre aquel ideal inasequible y las posibilidades reales, en la edificación de las disciplinas matemáticas hemos instituido ciertos principios, que podemos describir de la manera siguiente:
Caracterizamos, ante todo, un pequeño grupo de expresiones de ella que nos parezcan comprensibles de por sí; llamaremos a las expresiones de este grupo conceptos fundamentales o conceptos no definidos (...) la proposición que nos da tal determinación de la significación se llama, como es sabido, definición, y los conceptos deducidos reciben también el nombre de conceptos definidos.
Lo mismo procederemos con las proposiciones de la ciencia considerada. Elegiremos algunos de éstos, los que nos parezcan más evidentes, como proposiciones fundamentales o axiomas y los reputaremos ciertos sin fundamentos de ningún modo. En cambio nos obligaremos a fundamentar todas las demás, llamadas proposiciones deducidas o teoremas (...) también sabemos que esta fundamentación de los teoremas matemáticos se denomina demostración.(Tarski, 1951)
En la perspectiva contemporánea, existe una libertad bastante importante para la elección de axiomas. Los fundamentos que deciden la elección de un determinado sistema de conceptos fundamentales y axiomas entre la totalidad de los posibles sistemas equivalentes, no tienen nada de evidente.
En rigor, se trata de una conveniencia pragmática y hasta estética, donde la sencillez y la economía de axiomas se consideran un rasgo de elegancia y de eficacia.
4.2 Propiedades de los sistemas axiomáticos
¿Qué condiciones deben satisfacer los axiomas y las reglas de inferencia para construir un sistema axiomático? En principio, qué sistema de axiomas se elija es una cuestión de conveniencia. No es necesario que los axiomas sean evidentes, elementales o escasos. El sistema axiomático sí debe ser: 172 ARGUMENTOS Y TEORÍAS
a) Consistente: Un sistema es consistente si, desde los axiomas, no se puede derivar una fórmula y su negación. Si se admitiera una contradicción, entonces el sistema podría aceptar cualquier enunciado, admitiría todos los enunciados posibles, incluso los que afirman y niegan lo mismo.
Un sistema inconsistente carece de utilidad, puesto que todas las fórmulas podrían ser consideradas teoremas, incluso aquellas que se contradijeran.
Si se logra derivar una fórmula y su negación como teoremas de un sistema, esto constituye una prueba de su inconsistencia. Pero si no se logra probar un caso de inconsistencia en un sistema axiomático, eso no prueba que el sistema sea consistente.
b) Independiente: Los axiomas deben ser independientes entre sí. Ningún axioma debe derivarse de otros o del conjunto de axiomas. A menos que se pueda establecer que dos proposiciones son independientes, no se puede saber si son proposiciones distintas o dicen lo mismo de otro modo. Al igual
que en el caso anterior, si se logra deducir un axioma de otro se prueba que el sistema es redundante y no independiente, pero sí se trata de derivarlo y no se logra, eso no constituye una prueba de que los axiomas sean independientes. Es importante respetar este requisito, ya que de no hacerlo se multiplicarían innecesariamente la cantidad de axiomas y no habría un criterio de demarcación entre axioma y teorema. Cualquier teorema podría ser elevado a la categoría de axioma. Este tipo de impugnación es frecuente al criticar sistemas axiomáticos. La falta de independencia entre axiomas no se considera un defecto grave sino, más bien, un defecto de belleza, (Moreno, 1981).
El mismo requisito rige para los términos, es decir, no debería considerarse término primitivo a aquel que contenga expresiones que puedan definirse.
c) Completo: Esto permite derivar de los axiomas todas las leyes del sistema. En un sistema completo, el agregado de una ley no derivable hace inconsistente el sistema.
Según Tarski (1951) llamamos consistente a una disciplina deductiva cuando no hay en ella dos enunciados que se contradigan mutuamente, o, con otras palabras; cuando de dos enunciados contradictorios en ella, al menos uno no pueda demostrarse. En cambio, la llamaremos completa o íntegra cuando de dos proposiciones formuladas en la misma, con ayuda exclusiva de expresiones de ésta y de las disciplinas precedentes y contradictorias entre sí, al menos una de ambas pueda demostrarse. Estos dos términos, "falta de contradicción" y "completa", no solamente se refieren a la disciplina misma, sino también al sistema de axiomas que la fundamenta.
Estos requisitos constitutivos de los sistemas axiomáticos fueron objeto de revisión durante el siglo XX. En 1931 apareció, en una revista científica alemana, un trabajo relativamente breve, que produjo un alto impacto en el campo de las ciencias formales. Su autor, Kurt Gödel, un joven matemático austríaco de 25 años, tituló este trabajo "Acerca de proposiciones formalmente indecidibles de los Principia Mathematica y sistemas relacionados".
Las conclusiones establecidas por Gödel en este trabajo y en otros posteriores, son actualmente ampliamente aceptadas por sus implicancias revolucionarias en los fundamentos de las ciencias formales. En primer lugar, son una prueba de la imposibilidad de demostrar ciertas proposiciones fundamentales en la aritmética. En segundo lugar, obligaron a advertir y reconocer que nunca se logrará construir una disciplina deductiva completa y exenta de contradicción, que contenga, entre sus enunciados, todas las proposiciones ciertas de la aritmética y la geometría, en las que hay problemas que no pueden decidirse de modo concluyente, lo que hace crecer la posibilidad de aparición de inconsistencia e incompletitud. Podría pensarse que esta carencia está en condiciones de subsanarse ampliando, en el futuro, los sistemas axiomáticos vigentes. Lo que Gödel probó es comparable (isomorfo) a la afirmación "este teorema no tiene demostración". En definitiva, descubrió que existían afirmaciones verdaderas (teoremas) que no podían ser probadas dentro del sistema. Gödel probó que todo sistema formal que contuviera a la aritmética elemental es incompleto. Además, descubrió que la consistencia de dichos sistemas era imposible de probar. Esto no significó el fin del Formalismo, pero supuso un duro golpe para éste, que había contemplado un programa para establecer los fundamentos de las matemáticas por medio de un proceso autoconstructivo", mediante el cual la consistencia de las teorías complejas pudiera deducirse de la consistencia de otras teorías más sencillas. Gödel, por otra parte, no consideraba que sus teoremas de incompletitud demostrasen la inadecuación del método axiomático, sino que permitían advertir que la deducción de teoremas no puede mecanizarse. A su modo de ver, justificaban el papel de la intuición en la investigación matemática. Por su parte, Church demostró en 1936 que la lógica elemental de predicados es indecidible.
La metodología de las ciencias formales es hoy una ciencia deductiva, ella misma se ocupa de investigar y analizar las teorías deductivas en lógica y en matemáticas, los signos que las componen, las relaciones semánticas que se establecen entre esas expresiones, el estudio de las propiedades de estas estructuras, etc. En estos casos, la semiótica con el deslinde de sus dimensiones sintácticas, semánticas y pragmáticas, aporta un andamiaje conceptual útil para esta disciplina. El grado de desarrollo alcanzado ha servido para tomar nuevas y más exigentes precauciones a la hora de establecer los límites de los lenguajes formales, al realizar afirmaciones absolutas respecto de la verdad o falsedad de sus enunciados. Los aportes de Gödel y Church ponen en evidencia que aún entre todo lo demostrable, no todo es calculable, mientras que la semántica nos previene contra el uso espurio y dogmático del concepto de "verdad".
4.3 Interpretación y modelo de los sistemas axiomáticos
El método axiomático es un poderoso instrumento de abstracción. El carácter ciego y mecánico de las demostraciones permite que puedan ser realizadas por máquinas. Los sistemas axiomáticos actuales son sistemas formalizados, lo que permite que un mismo sistema axiomático pueda tener varias interpretaciones. Cada interpretación se denomina un modelo. Se dice que se interpreta un concepto primitivo cuando se le atribuye un sentido, y se obtiene un modelo de un sistema axiomático cada vez que uno de tales conceptos se ha interpretado de manera que son ciertas las proposiciones que resultan de los axiomas. Para afirmar que una interpretación dada de los conceptos primitivos de un sistema axiomático constituye un modelo, deberemos disponer de un criterio para determinar la veracidad de proposiciones particulares formadas por las interpretaciones de los postulados. Si se aceptan como ciertos los teoremas de la aritmética ordinaria, un sistema axiomático (el de los números reales) puede servir de modelo para otro sistema axiomático; diremos que este sistema es tan compatible como el sistema de los números reales. Cuando Beltrami demostró que las geometrías no euclidianas pueden interpretarse como geometrías sobre ciertas superficies en el espacio euclídeo tridimensional, probó que esas geometrías son tan compatibles como la geometría euclideana. Si dos modelos corresponden a un mismo sistema axiomático, se dice que son isomorfos. Y si dos modelos son isomorfos, se admite que tendrán las mismas propiedades formales.

A modo de cierre, para reflexionar…