sábado, 6 de abril de 2019

TAREA: LEER SÍNTESIS DE PROTEINAS


El flujo de información dentro de la célula

2. El "dogma central de la biología", definido en 1957 por Francis Crick, establece que la información genética fluye en el siguiente sentido: DNA  RNA proteínas. Esto es verdad en la mayoría de los casos; sin embargo, el material genético de algunos virus está formado por RNA que luego es usado como molde para producir DNA.
3El código genético consiste en la asignación de tripletes de nucleótidos (codones) en el RNA mensajero (mRNA) a cada uno de los aminoácidos que formarán una cadena polipeptídica.
4. Existen 64 combinaciones posibles de codones. El código es redundante, porque los 20 aminoácidos usualmente presentes en los seres vivos son codificados por 61 de estas combinaciones. Los tres codones restantes actúan como señales de terminación de la traducción.
5. Con muy pocas excepciones, el código genético es el mismo en casi todos los seres vivos.

La transcripción: del DNA al RNA
6. La transcripción es el proceso de síntesis de RNA a partir de DNA. Sigue el mismo principio de apareamiento de bases que la replicación del DNA, pero se reemplaza la timina por el uracilo. En cada transcripción, sólo una de las cadenas del DNA se transcribe. La RNA polimerasa cataliza la adición de ribonucleótidos al extremo 3´ de la cadena de RNA, de modo que esta última es antiparalela a la cadena molde de DNA.

Para tener en cuenta

En la región del promotor, punto de unión de la enzima RNA polimerasa, la doble hélice de DNA se abre y, a medida que la RNA polimerasa avanza a lo largo de la molécula de DNA, se separan las dos cadenas. Los ribonucleótidos, que constituyen los bloques estructurales, se ensamblan en la dirección 5' a 3' a medida que la enzima lee la cadena molde de DNA. Nótese que la cadena de RNA recién sintetizada es complementaria, no idéntica, a la cadena molde a partir de la cual se transcribe; su secuencia, sin embargo, es idéntica a la cadena codificante de DNA (no transcrita), excepto por un detalle: en el RNA, la timina (T) se reemplaza por uracilo (U). El RNA recién sintetizado se separa de la cadena molde de DNA.
7. La RNA polimerasa no necesita un cebador para iniciar la síntesis. Se une al DNA en una secuencia específica, el promotor, que define el punto de inicio de la transcripción y su dirección.
8. En los procariontes, el proceso de transcripción continúa hasta que la polimerasa encuentra una secuencia que constituye la señal de terminación. En los eucariontes, el proceso termina cuando el RNA es cortado en una secuencia específica. Al finalizar la transcripción, la RNA polimerasa se detiene y libera la cadena molde de DNA y el mRNA sintetizado.
9. En los eucariontes, los transcritos primarios sufren diversas modificaciones durante la transcripción. Entre ellas se encuentran la adición del CAP, la poliadenilación y el splicing. Este último proceso consiste en el corte y la eliminación de ciertas secuencias, los intrones, y el posterior empalme de las secuencias restantes, los exones. Sólo los exones forman parte del mRNA maduro. Un mismo transcrito primario puede ser procesado por splicing de distintas maneras. Este empalme alternativo permite que una molécula de mRNA inmadura pueda originar diferentes moléculas de mRNA maduro.

 Procesamiento del mRNA en eucariontes (Para conocer un poco más)
La información genética codificada en el DNA se transcribe a una copia de RNA (transcripto primario). Esta copia se modifica en forma cotranscripcional con la adición del casquete 5' (CAP), el corte de los intrones y el empalme de los exones (splicing) y, finalmente con la adición de la cola de poli­A. A ambos extremos del mensajero hay secuencias no traducibles, denominadas extremos 5´UTR (región no traducible que abarca desde el CAP hasta el codón de iniciación) y extremos 3´UTR (región no traducible que abarca desde el codón de terminación hasta la cola de PoliA). En esta figura, el splicing se produce luego de la adición de la cola de poli-A, sin embargo, muchas veces el proceso de corte y empalme ocurre antes de que haya concluido la transcripción. El mRNA maduro luego se dirige al citoplasma, donde se traduce a proteínas.
10. En el ciliado de agua dulce Tetrahymena, el intrón inmaduro actúa como catalizador de la escisión, produciendo un empalme autocatalítico. A este RNA con función de enzima se lo llama ribozima.
La traducción: del RNA al polipéptido
11. La traducción es la conversión de la secuencia de nucleótidos del RNA en la secuencia de aminoácidos de un polipéptido. En este proceso participan los mRNA, los RNA ribosómicos (rRNA) y los RNA de transferencia (tRNA).
12. Los ribosomas están formados por rRNA y proteínas. Cada uno está formado por dos subunidades de diferente tamaño que, además, en los procariontes son más pequeñas que en los eucariontes.
13. El mRNA y el tRNA iniciador se unen a la subunidad ribosómica menor. Luego se les une la subunidad mayor y cataliza la unión peptídica entre aminoácidos. En la subunidad mayor existen tres sitios a los que se une el tRNA: el sitio A (aminoacílico), el sitio P (peptidílico) y el sitio E (de salida).
14. Los tRNA son moléculas pequeñas, con una estructura secundaria semejante a la hoja de un trébol, que presentan dos sitios de unión. Uno de ellos es el anticodón, que se aparea con el codón del mRNA. El otro sitio, ubicado en el extremo 3´, se acopla a un aminoácido particular en forma muy específica. Así, los tRNA permiten la alineación de los aminoácidos de acuerdo con la secuencia de nucleótidos del mRNA.
15. El grupo de enzimas aminoacil-tRNA sintetasas catalizan la unión entre el aminoácido y el tRNA y forman el complejo aminoacil-tRNA. Este complejo se une a la molécula de mRNA, apareando el anticodón con el codón del mRNA en forma antiparalela. Así, el tRNA coloca al aminoácido específico en su lugar. El enlace entre el aminoácido y el tRNA se rompe cuando se forma el enlace entre el aminoácido recién llegado y el último de la cadena polipeptídica en crecimiento.
16. En los procariontes, el proceso de traducción comienza antes de que haya finalizado el de transcripción. En los eucariontes, ambos procesos están separados en el tiempo y en el espacio: la transcripción ocurre en el núcleo y la traducción, en el citoplasma.
17. Tanto en procariontes como en eucariontes, la síntesis de polipéptidos ocurre en tres etapas: iniciación, elongación y terminación.
18. Hacia el final del mRNA hay un codón que actúa como señal de terminación. No existe ningún tRNA que tenga un anticodón que se aparee con este codón. Existen, en cambio, factores de liberación que se unen al codón de terminación y provocan la separación del polipéptido y el tRNA. Finalmente, las dos subunidades ribosómicas también se separan.

Síntesis de un polipéptido en procariontes (otro dato)
(a) Iniciación. La subunidad ribosómica más pequeña (menor) se une al extremo 5' de una molécula de mRNA. La primera molécula de tRNA, que lleva el aminoácido modificado fMet, se acopla con el codón iniciador AUG de la molécula de mRNA. La subunidad ribosómica más grande (mayor) se ubica en su lugar, el complejo tRNA-­fMet ocupa el sitio P (peptidílico). El complejo de iniciación ahora está completo. (b) Elongación. Un segundo tRNA, cargando su aminoácido correspondiente, valina en este caso, se coloca en el sitio A y su anticodón se acopla con el mRNA. Para que el aminoacil-­tRNA ingrese en el sitio A debe unirse antes a una proteína llamada factor de elongación, que en su forma activa está unida al GTP. Al aparearse el tRNA con el mRNA, se dispara la hidrólisis del GTP por parte del factor de elongación, que luego se disocia, lo cual permite que el aminoacil­-tRNA permanezca unido por un corto período al mRNA. A continuación se forma un enlace peptídico entre los dos aminoácidos reunidos en el ribosoma. Al mismo tiempo, el enlace entre el primer aminoácido y su tRNA se rompe. El ribosoma se mueve entonces a lo largo de la cadena de mRNA en dirección 5' a 3'. El segundo tRNA, con el dipéptido unido, se mueve desde el sitio A al sitio P y el primer tRNA pasa al sitio E y luego se desprende del ribosoma. Un tercer aminoacil-­tRNA, que en este caso porta el aminoácido fenilalanina, se coloca en el sitio A y se forma otro enlace peptídico. La cadena peptídica naciente siempre está unida al tRNA que se está moviendo del sitio A al sitio P y el tRNA entrante que lleva el siguiente aminoácido siempre ocupa el sitio A. Este paso se repite una y otra vez hasta que se completa el polipéptido. (c) Terminación. Cuando el ribosoma alcanza un codón de terminación (en este ejemplo, UGA), el sitio A es ocupado por factores de liberación que hacen que la cadena polipeptídica se escinda del último tRNA y que las dos subunidades del ribosoma se disocien.
19. Las proteínas "chaperonas" ayudan a las cadenas polipeptídicas a plegarse. Finalizado este proceso, las nuevas proteínas viajan al medio extracelular o a los distintos compartimientos celulares, según el tipo de señales que posean.
Una redefinición de las mutaciones
20. Una mutación es un cambio en la secuencia o en el número de nucleótidos en el DNA de una célula. Sólo las mutaciones que ocurren en los gametos se transmiten a la descendencia. Las mutaciones puntuales implican la sustitución de un nucleótido por otro. La adición o la sustracción (deleción) de nucleótidos provoca el corrimiento del marco de lectura y, por consiguiente, la aparición de una proteína nueva que casi siempre resulta defectuosa.
Una revisión del concepto de gen
21. Actualmente se considera que un gen es un segmento de DNA que se encuentra a continuación de un promotor y que puede ser transcrito por una RNA polimerasa, originando un RNA funcional.

Fuente: www.curtisbiologia.com

Observación, datos y teorías (Geocéntrica vs. Heliocéntrica): MATERIAL PARA LEER E IMPRIMIR


La observación

Cuando un objeto, entidad o situación en la base empírica de la ciencia es conocida, suele decirse que contamos con un dato. En otro sentido, la captación de un OD puede también denominarse observación. Observar es mirar con atención.

Las observaciones se pueden clasificar de diversas maneras, entre ellas, tendremos en cuenta la siguiente clasificación, en relación al manejo de variables y capacidad predictiva de los sucesos:
·         Las observaciones espontaneas: ocurren en un momento determinado. No tienen precedente y no sé cuándo volverán a ocurrir, un ejemplo sería el paso de una estrella fugaz.
·         Las observaciones “controladas”: ocurren en un momento determinado, sin embargo no puedo actuar sobre ellas, pero si puedo predecir cuándo volverán a ocurrir. Un ejemplo sería el movimiento de los planetas.
·         Las observaciones experimentales (experimentos): en este caso puedo manejar completamente las variables para producir cambios.

Los datos y su carácter científico

De toda observación saco datos, el problema es que debemos determinar cuándo un dato posee carácter científico y cuándo no.

Los datos para ser considerados científicos deben cumplir con determinadas características:
·         Efectividad: este requisito exige que la verdad o falsedad de la afirmación sobre el suceso o el aspecto de la base empírica (OD) a los que nos estamos refiriendo pueda en principio ser dirimida (resuelta) en un número finito de pasos. De no ser posible, no aceptaríamos el presunto dato como científico.
·         Repetitividad: Este requisito afirma que los datos que importan a la ciencia deben tener la posibilidad de ser repetidos. Un dato único, irrepetible, no inspira confianza porque puede estar perturbado o ser el fruto de una conjunción casual de circunstancias. Pero si es repetible y lo que se afirma a propósito del ato se afirma también en sus repeticiones, tendremos una base confiable para creer que estamos en presencia de una regularidad de una ley.
·         Intersubjetividad: Este requisito plantea que ningún dato puede provenir de un único observador. En principio, debe ser posible para todo dato haber sido observado por más de un observador. La objetividad de un dato radica en su intersubjetividad, o sea, en el hecho de que distintas personas lo puedan registrar.

Teoría Geocéntrica Vs. Teoría Heliocéntrica


Desde tiempos muy remotos hombres y mujeres fijaron su atención en el cielo. Observaciones tales como la diversidad de estrellas que se observa en una noche sin luna incita la curiosidad de los hombres desde aquellas épocas. Surgieron entonces diferentes cosmologías que contaban cómo los dioses o la naturaleza misma habían obrado para brindarnos tan espectacular panorama. Hay que tener en cuenta que llevaban a cabo sus observaciones a simple vista, y que si bien contaban con un cielo sin contaminación atmosférica ni lumínica, no se había inventado todavía el telescopio.
Modelo geocéntrico
Según Aristóteles, la Tierra ocupaba el centro del universo y todos los demás cuerpos giraban en torno a ella con un movimiento circular eterno cuya velocidad de giro no variaba. Los diferentes cuerpos celestes, la Luna, el Sol, Mercurio y los demás planetas que se observan a simple vista, se encontraban, cada uno de ellos, fijados a una esfera transparente. Las esferas giraban con centro en la Tierra y así los cuerpos describían sus órbitas alrededor nuestro. Las estrellas conformaban la esfera más alejada de la Tierra formando una cáscara que era el confín del universo. Más allá de ellas no había nada, ni espacio ni materia. Dado que todas estas estrellas giraban juntas, sin separarse unas de las otras, la esfera que las contenía era la “esfera de las estrellas fijas”. Esta esfera de las estrellas fijas era la que, con su movimiento, arrastraba a las demás adentro de modo que todos los demás cuerpos celestes viajaban alrededor de la Tierra a distinta velocidad que las estrellas. Tales cuerpos eran llamados planetas (palabra que en griego significa astro errante), ya que parecían atrasarse o adelantarse respecto del giro de las estrellas. Según esta definición, los planetas eran el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Los demás planetas que conocemos hoy no estaban en la lista, porque recién fue posible observarlos con la ayuda de los telescopios casi dos mil años después. El universo de Aristóteles estaba lleno de materia, no existía el vacío y los cielos estaban divididos de modo que la esfera de la Luna y las más externas eran la zona supralunar, en donde reinaba la perfección y no había cambios; más aquí de la Luna, en la zona sublunar, las cosas eran imperfectas y todo estaba sometido a diferentes cambios y movimientos.
Según este modelo, como cada cuerpo celeste da vueltas alrededor nuestro siempre al mismo ritmo y atrasándose siempre una misma cantidad respecto del giro de las estrellas fijas, nunca podría observarse que el planeta empezara a recuperar camino como si girara más rápido que las estrellas fijas que lo arrastran, no podía haber cambios. Pues bien, el planeta Marte (y otros también) mostraba este comportamiento (la retrogradación de los planetas) y el modelo de Aristóteles tuvo que enfrentar esas observaciones (anomalías de la teoría).
Otra concepción de Aristóteles es la de espacio finito: si la materia es finita el espacio en el que se encuentra también lo es, en consecuencia el Universo es finito. Fuera de los cielos no puede haber ‘ni lugar, ni tiempo, ni vacío´.

El modelo de Ptolomeo

Ptolomeo, alrededor del año 150 (más de 500 años después de Aristóteles), trató de explicar el movimiento anómalo de Marte y los demás planetas que parecían adelantarse a las estrellas durante algunos días y luego continuaban atrasándose el resto del año. Sugirió que los cuerpos celestes realizaban movimientos alrededor de la Tierra que eran composiciones de movimientos circulares. Así, el planeta Marte realizaba un movimiento circular alrededor de un punto que a su vez giraba alrededor de la Tierra. Podemos imaginarnos un movimiento parecido al de una niña que está arriba de una calesita haciendo girar su llavero con la mano. De este modo las llaves realizan un movimiento circular alrededor de su mano, que a su vez gira alrededor del centro de la calesita. Cada círculo agregado al círculo centrado en la Tierra, era un epiciclo. Con la estrategia de agregar epiciclos, Ptolomeo pudo explicar las observaciones del movimiento anómalo de Marte. Sin embargo, año a año los seguidores de Ptolomeo deberían agregar más y más movimientos circulares ya que los cálculos difícilmente se ajustaban con las nuevas observaciones.
Pese a las diferencias entre los cálculos y las observaciones para el resto de los astros, era necesario conocer los movimientos del Sol y las estrellas con el objetivo de determinar las épocas del año. También las posiciones en el terreno se podían determinar por las mediciones astronómicas. Es decir que los cielos nos proveían del mejor reloj para el calendario de la agricultura diciéndonos cuándo era la época de la siembra, cuándo el de la cosecha y cuándo eran los tiempos de sequía o de inundaciones. Paralelamente nos permitían determinar las posiciones en el terreno para fijar los límites de los campos y nos servían para ubicarnos en la navegación. Los cielos marcaban el tiempo y las distancias. Solamente teníamos que aprender cómo mirar las estrellas para saber en qué parte de nuestro mundo nos hallábamos y en qué época del año.

CLAUDIO PTOLOMEO (100-178 aproximadamente) fue un gran matemático, astrólogo y astrónomo de Alejandría, Egipto. De él se conocen libros de geometría, de fenómenos ópticos y de música. En varios volúmenes desarrolla una Guía Geográfica en donde indica cómo se hacen mapas y da una lista de lugares de Europa, Asia y África con su latitud y longitud. También nos dejó un catálogo de más de mil estrellas con datos de su ubicación en el cielo.

 

Heliocentrismo

El Sol y la Luna

La Luna era el cuerpo celeste que mejor obedecía al modelo geocéntrico de Aristóteles luego corregido por Ptolomeo. Hoy diríamos que era el único cuerpo celeste que realmente giraba alrededor nuestro. El movimiento del Sol no se ajustaba bien al modelo geocentrista de Aristóteles. A finales del siglo XV y primera mitad del XVI, en época del Renacimiento, el problema de entender los movimientos del cielo se había tornado indispensable. Los cálculos con la teoría de Ptolomeo eran cada vez más complicados y siempre inexactos en sus predicciones. Con el comercio que se realizaba a través de los océanos, la navegación cobró gran importancia. Por eso se hizo indispensable la confección de tablas más precisas con la información anticipada de cómo se encontrarían los astros en cada día y noche del año para la ubicación de los barcos. Por otra parte, la astrología (el estudio de los astros en relación con la influencia sobre las personas) regía la vida de gobernantes y gobernados según las creencias de aquella época (y que persiste en muchas personas de nuestro tiempo). Los astrólogos realizaban sus pronósticos sobre la base de las posiciones de los distintos astros y así indicaban si sería un buen momento para los negocios, la exploración o el amor. Por lo tanto, era de vital importancia encontrar una manera de conocer mejor los movimientos de los astros.
En 1530 Nicolás Copérnico lanzó una idea revolucionaria: en el centro del universo estaba el Sol y no la Tierra. El Sol estaba quieto y a su alrededor giraban todos los demás cuerpos conocidos. La Tierra, además de este movimiento de traslación alrededor del Sol, giraba sobre sí misma y debido a este último movimiento se explicaban el día y la noche y el movimiento de los astros que parecían girar alrededor nuestro. La Tierra había sido destituida del centro del universo. La especie humana, aunque importante, ya no habitaba en el centro sino que giraba con su mundo alrededor de un cuerpo luminoso e incandescente.

La contribución de Copérnico

De acuerdo a la propuesta de Copérnico, la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol en órbitas circulares, mientras que la Luna giraba alrededor de la Tierra acompañándola en su órbita alrededor del Sol. La noción de planeta había cambiado: el Sol y la Luna ya no eran llamados “planetas” y en cambio la Tierra sí lo era.
Las dificultades enfrentadas por el modelo copernicano fueron muchísimas y muy graves. Para comenzar, los cálculos con el nuevo modelo eran tan malos como los que se obtenían con el que pretendía reemplazar. La propuesta de que la Tierra se mueve parecía muy absurda, si se toma en cuenta que no sentimos ningún efecto de ese movimiento. Más aún, si la Tierra realiza un movimiento circular alrededor del Sol, entonces desde uno y otro extremo de su órbita (es decir, en enero y en julio, por ejemplo) la visual a la misma estrella debe variar, pero este efecto llamado "paralaje estelar" no se observaba. Por otra parte, la física de Aristóteles explicaba la caída de una piedra debido a que la piedra tiene su lugar natural en el centro del universo y, al soltarla, se moverá en dirección a ese punto ya que es su lugar natural. Pero en el modelo de Copérnico, ¿por qué las piedras caen hacia el centro de la Tierra si ya no es el centro del universo? La física de Aristóteles no estaba hecha para la astronomía de Copérnico. El cuerpo del conocimiento científico se estaba fracturando. Seguíamos usando la física geocentrista, pero comenzábamos a usar la astronomía heliocentrista. Habrían de pasar todavía casi ciento cincuenta años para que volviéramos a tener un panorama unificado de cómo es la naturaleza de los cielos y la Tierra. Asoma una pregunta con mucha mayor fuerza que las anteriores: ¿Qué fue entonces lo que hizo que la propuesta de Copérnico sobreviviera y finalmente prosperara? La necesidad de confeccionar tablas para la navegación y para la astrología requería un sistema que explicara de forma más adecuada y unificada los movimientos de los astros. También se requería una reforma del calendario, ya que las fechas festivas religiosas se iban corriendo año a año. El modelo de Copérnico parecía promisorio por su simplificación de los movimientos de los planetas, aunque todavía ineficiente en los cálculos. Por otra parte, le daba una preponderancia al Sol que puede haber resultado tentadora para las creencias de la época. Finalmente el sentido estético de la simplicidad del modelo copernicano, en contraposición con el conjunto siempre creciente de movimientos adicionales que había propuesto Ptolomeo, puede haber jugado un papel de extrema importancia en una época en la que el arte nos brindaba figuras como Miguel Ángel, Botticelli y otras. Es de vital importancia destacar el contexto histórico y social que enmarcó la propuesta de Copérnico, ya que de haber sido solamente por el éxito predictivo, el modelo heliocentrista habría perdido la batalla contra el geocentrista, mientras que de hecho fue la semilla de un nuevo pensamiento que, aceptado recién un siglo y medio después, produjo un cambio revolucionario en la ciencia.

Nicolás Copérnico y sus aportes

(1473-1543) nació en Thorn, Polonia. Fue educado por su tío, un obispo, y comenzó sus estudios de matemática y astronomía en Cracovia, en el año en que Colón llegaba por primera vez a América. Más tarde estudió astronomía, medicina y leyes en Bolonia y en Padua, Italia. Finalmente se instaló en Frauenburg, cerca de la desembocadura del río Vístula, actual Polonia. Allí fue administrador y médico de su catedral. Llegó a ser uno de los economistas más importantes de su época, y Polonia unificó su moneda con Lituania siguiendo una de sus iniciativas. Rechazó la invitación de la Iglesia Romana a participar en un intento de reforma del calendario, ya que todavía no había resuelto el problema de la ubicación del Sol y la Luna a lo largo del año. Durante sus treinta últimos años realizó gran cantidad de observaciones astronómicas y preparó su única y grandiosa obra dedicada al papa Paulo III en 1542: Libro de las revoluciones. Copérnico agonizaba mientras se imprimía su obra. Un pastor luterano le agregó un prólogo (en forma anónima) en el que niega que el movimiento terrestre deba entenderse como real sino que se toma como un artificio de cálculo. Nada más alejado del pensamiento del autor, que había dedicado su vida a la reformulación del sistema astronómico para adecuarlo a la “realidad”. Copérnico recién pudo ver estos primeros ejemplares, con el agregado mencionado, el día de su muerte.

El nacimiento de una nueva física

El modelo copernicano había desafiado a la astronomía aristotélica. Se podía mostrar que los movimientos de los astros podían explicarse (aunque no sin gran desajuste con los datos) si se suponía que la Tierra realizaba un movimiento de giro sobre su eje y a su vez una traslación alrededor del Sol. Pero el modelo copernicano nada decía de los movimientos que realizaban los cuerpos aquí en la Tierra. Si las piedras caían porque, según el modelo aristotélico, su lugar natural es el centro del universo, entonces ¿por qué caen hacia el centro de la Tierra si ésta ya no es el centro del universo? Si Copérnico tenía razón, entonces los objetos deben caer por otro motivo.
Galileo se dedicó, entre otras cosas, al estudio de la caída de los cuerpos. No llegó a darnos un motivo por el cual caen los cuerpos, como lo hizo Newton años más tarde, pero nos dejó una nueva manera de estudiar la naturaleza. Galileo observó la naturaleza esperando encontrar regularidades, leyes de la naturaleza. La observación y la recolección de datos tenían un papel importante en la obtención de la forma matemática de esas leyes. Los razonamientos y los experimentos mentales (imaginados), en cambio, le servían de guía para proponer las distintas relaciones entre fenómenos. De su estudio de la caída de los cuerpos Galileo concluyó que, cuando el rozamiento con el aire es despreciable, todos los cuerpos caen con la misma aceleración (en un mismo lugar de la Tierra). Para alcanzar esta conclusión Galileo se nutrió, como dijimos, de dos vertientes diferentes. Por un lado, acumuló una gran cantidad de datos midiendo el tiempo de caída de diferentes cuerpos desde una misma altura.

Observaciones de Galileo

Por otra parte, Galileo se dedicó al estudio del cielo con la ayuda de un telescopio que modificó él mismo para mejorarlo. Con ayuda del telescopio, Galileo descubrió que Venus tenía fases como la Luna, que la Luna tenía montañas y valles, que Júpiter tenía lunas, que había más estrellas que las que se podían ver a simple vista y que Saturno tenía unas salientes (como orejas) que cambian con el tiempo (aunque no pudo determinar que eran anillos). Incluso llegó a descubrir y dibujar las manchas solares. Cada uno de estos descubrimientos estaba en contra del modelo aristotélico.

Las montañas de la Luna

Galileo modificó un telescopio para darle mayor poder y con ello poder observar con más detalle la superficie de la Luna. Sin embargo esta modificación también producía efectos no deseados, aberraciones, de modo que era necesario distinguir entre los aspectos de la imagen que eran amplificadas y los aspectos que solamente aparecían como un defecto del instrumento. Para esa época no se disponía de una teoría óptica, sino que el conocimiento sobre las lentes era un conocimiento técnico basado en la tradición de pulir las lentes para obtener diferentes grados de aumento. Por este motivo era difícil para Galileo respaldar sus observaciones de rasgos en la superficie de la Luna que sus oponentes no querían aceptar. Galileo respaldaba el uso del telescopio mostrando que con este instrumento se podían observar detalles de un barco que todavía no llegó a puerto y luego verificar que esos detalles estaban en el barco. Esto constituía un método de prueba que garantizaba que el telescopio no creaba las imágenes sino que las amplificaba. Sin embargo esta prueba solo sirve para objetos que más tarde podemos inspeccionar de modo directo. Esto restringe el método de prueba a un rango de distancias y objetos de modo que no es el mismo modo respaldo que necesitamos para garantizar las imágenes que nos llegan de la superficie lunar.
Galileo tenía un método de respaldo que no podía extrapolarse al rango en el que era necesario hacer las observaciones. Que el telescopio no crea imágenes sino que las amplifica era algo probado para un rango, pero lo que estaba en discusión no tenía ningún respaldo y sería necesario tener una teoría (óptica) para obtener ese respaldo.
Las observaciones que realizó Galileo le dieron la convicción de que en la superficie de la Luna había cráteres y montañas. Esto no era aceptable para el modelo geocentrista defendido por la mayoría de los científicos de su época. Según el geocentrismo la Luna, ubicada en la zona supralunar, debía ser perfectamente esférica. Su superficie no podía tener irregularidades. Estas observaciones entonces constituían una anomalía para el geocentrismo, siempre que se aceptara que lo que estamos viendo con el telescopio es algo que corresponde a la superficie lunar y no que es una imagen creada por el propio telescopio, es decir que no sea una aberración.
Los oponentes de Galileo, con la intención de defender su cosmovisión geocentrista, tenían su mejor objeción en que no tenemos garantía de que lo que se ve por el telescopio realmente exista en la Luna.
Pero una segunda estrategia fue la de generar una hipótesis ad hoc bastante divertida. La estrategia era aceptar que la Luna tenía cráteres y montañas pero estaba rodeada de una capa imperceptible que la rodeaba, y esta capa imperceptible era perfectamente esférica y sin rugosidades. Se cuenta que Galileo respondió que efectivamente la Luna tenía una capa imperceptible que la rodeaba, pero que esa capa copiaba los cráteres y las montañas. De este modo el recurso a la hipótesis ad hoc se torna totalmente inútil ya que no es posible poner a prueba ninguna afirmación acerca de una capa que es "imperceptible".

El universo newtoniano

El proceso de cambio de cosmovisión que involucró el abandono del geocentrismo parece culminar en la  propuesta de Newton. En esta propuesta se terminan de producir cambios de gran importancia entre los que se destacan la unificación de las leyes de movimiento de los astros y de los objetos aquí en la Tierra; la comprensión de los problemas astronómicos en un universo infinito; la caída de los cuerpos; el rozamiento con el aire; y otra serie de cuestiones que habían sido motivo de controversia en diferentes tramos de este cambio revolucionario que tomó alrededor de 150 años.




miércoles, 3 de abril de 2019

Teorias del origen de la Biodiversidad


¡Hola chicos!
¡Bienvenidos a este nuevo espacio!
¡Dentro del blog encontrarán  material complementario  para el desarrollo de los contenidos de este nuevo año!
Les adjunto un  repaso de lo trabajado en clase.
Saludos.
Prof. Lorena Fumarola


Teorias del origen de la Biodiversidad

Mucho antes de los tiempos de Aristóteles (384-322 a. C.), en la Grecia Antigua existió una escuela de filosofía griega, la de los jónicos. Esta escuela, fundada por Anaximandro (611-547 a. C.), culminó con los escritos del filósofo-poeta latino Lucrecio (99-55 a. C.). Los jónicos desarrollaron una teoría atómica y posiblemente también, según algunos autores, una teoría de la evolución, ambas sorprendentemente similares a los conceptos actuales. En aquella época dos pensadores establecieron explicaciones para el origen de la diversidad biológica, emparentada con la perspectiva evolucionista. Las ideas de Anaximandro como las de Empédocles adhieren a la concepción de que las formas vivas no son fijas, concepción que no sería retomada hasta el siglo XVIII.
En el siglo XVIII, el francés Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788) se ubicó entre los primeros científicos en proponer que las especies podrían sufrir cambios en el curso del tiempo. 

 Se suele considerar a Buffon como el científico transformista más importante de su época. Pero en toda su obra puede interpretarse cierta coexistencia entre ideas transformistas y a favor de la generación espontánea, pues no abandonó esta creencia para explicar el origen de algunos seres vivos.
 La idea de que cada tipo de ser vivo surgió tal como es en la actualidad –y que fue creado especial y específicamente– era una idea apremiante en el siglo XVIII. ¿De qué otro modo se podría explicar el sorprendente grado en el cual cada ser vivo estaba adaptado a su ambiente y a su papel en la naturaleza? No fue solamente la autoridad de la iglesia, sino también, según parecía, la evidencia ante los propios ojos, la que confería tal fuerza al concepto llamado "de creación especial". Entre aquellos que creían en la creación divina estaba Carl von Linné (Linneo) (1707-1778), el gran naturalista sueco que ideó el sistema actual de nomenclatura para las especies o clases de organismos.
 Fueron los geólogos, más que los biólogos, quienes prepararon el camino para la teoría moderna de la evolución. Uno de los que tuvieron mayor influencia fue James Hutton (1726-1797). Hutton propuso que la Tierra había sido moldeada, no por hechos repentinos y violentos, sino por procesos lentos y graduales: el viento, el clima y el fluir del agua, los mismos procesos que pueden verse en acción en el mundo actual. Esta teoría de Hutton fue conocida como "uniformitarismo". No pudo estimar exactamente la edad de nuestro planeta, pero dejó en claro que era muy antiguo.
Entre aquellos que dudaban que las especies fueran fijas y no cambiasen estaba Erasmus Darwin (1731-1802), el abuelo de Charles Darwin (1809-1882). Erasmus Darwin era médico, naturalista y escribía prolíficamente, con frecuencia en verso, sobre temas de botánica y zoología. Sugirió, fundamentalmente en acotaciones y notas al pie de página, que las especies tienen conexiones históricas entre sí, que los animales pueden cambiar en respuesta a su ambiente y que su progenie puede heredar estos cambios. 

El primero en sugerir que los fósiles son restos de animales y plantas enterrados había sido un geólogo y anatomista danés, Nicolaus Steno (1638-1686) en la segunda mitad del el siglo XIV. El agrimensor y geólogo inglés William Smith (1769-1839) fue uno de los primeros en estudiar científicamente la distribución de los fósiles.

Como en el mundo del uniformitarismo de James Hutton (1726-1797), la Tierra vista y descrita por William Smith era sin duda muy antigua. Estaba comenzando una revolución en la geología; la ciencia de la Tierra se estaba transformando en un estudio del tiempo y del cambio, más que en un mero catalogar tipos de rocas. En consecuencia, la historia de la Tierra quedó íntimamente ligada a la historia de los organismos vivos, como lo revelaba el registro fósil. Paralelamente a todos estos acontecimientos, en esta época se hallaban en auge las expediciones científicas.
El primer científico moderno que elaboró un concepto sistemático de la evolución fue Jean Baptiste Lamarck (1744-1829), si bien no fue el primero en poner en duda la idea de que las especies son fijas y no cambian. Este "naturalista justamente célebre", como el propio Darwin (1809-1882) lo calificó, propuso audazmente en 1801 que todas las especies, incluido Homo sapiens, descienden de otras especies.
Como su contemporáneo George Cuvier (1769-1832) y otros, Lamarck notó que las rocas más antiguas generalmente contenían fósiles de formas de vida más simples. A diferencia de Cuvier, que adhería a las ideas fijistas, Lamarck interpretó estas evidencias como si las formas más complejas hubiesen surgido de las formas más simples por una suerte de progresión. De acuerdo con su hipótesis, esta progresión –o evolución, para usar el término moderno– depende de dos fuerzas principales. La primera es la "herencia de los caracteres adquiridos". Los órganos en los animales se hacen más fuertes o más débiles, más o menos importantes, por su uso o su desuso, y estos cambios, de acuerdo con la propuesta de Lamarck, se transmiten de los padres a la progenie. Su ejemplo más famoso fue la evolución de la jirafa. La segunda fuerza igualmente importante en el concepto de evolución de Lamarck fue un principio creador universal, un esfuerzo inconsciente y ascendente en la Scala Naturae, que impulsaba a cada criatura viva hacia un grado de complejidad mayor. 
La figura que dominaba en la ciencia europea a principios del siglo XIX era Georges Cuvier (1769-1832). Cuvier fue el fundador de la paleontología de los vertebrados, el estudio científico del registro fósil de los animales con esqueleto interno, y de la anatomía comparada.
A pesar de sus profundos conocimientos acerca de los seres vivos actuales y extintos, Cuvier consideraba que las especies habían sido creadas en forma simultánea por un acto sobrenatural o divino y que, una vez creadas, se mantuvieron fijas o inmutables. Esta postura que se conoce como "fijismo" era predominante en el pensamiento de los naturalistas de la época. 
Creía que la Tierra tenía una historia muy breve pero, a la vez, estaba impresionado por los enormes cambios que indudablemente habían ocurrido en el pasado geológico. Su trabajo dio nueva vida al antiguo concepto de "catastrofismo" según el cual una serie de revoluciones o catástrofes –movimientos de la Tierra e inundaciones– habían eliminado especies enteras de organismos y moldeado la superficie terrestre. Después de cada catástrofe, la más reciente de las cuales fuera el Diluvio, nuevas especies llenaban los lugares vacantes. El catastrofismo se sostuvo como una de las mayores doctrinas de la geología hasta que se demostró que los cambios lentos durante períodos prolongados podían explicar el modelado de la superficie de la Tierra.
 Basado sobre sus propias observaciones y sobre las de sus predecesores, el geólogo británico Charles Lyell (1797-1875) se opuso a la teoría de las catástrofes. En cambio, presentó nuevas evidencias en apoyo de la teoría uniformitarista de James Hutton (1726-1797). De acuerdo con Lyell, el efecto lento, constante y acumulativo de las fuerzas naturales había producido un cambio continuo en el curso de la historia de la Tierra. Dado que este proceso es demostrablemente lento y sus resultados apenas visibles en el curso de una vida, deben, por lo tanto, haber ocurrido durante un lapso muy prolongado. Lo que la teoría de Darwin necesitaba era tiempo, y fue tiempo lo que Lyell le proporcionó. 
Charles Darwin (1809-1882) tenía muy frescas en su mente las teorías de Charles Lyell.
Lyell fue una de las personas que más influyó en él. Los primeros intentos de Darwin por imaginar el proceso de transformación de los seres vivos se enmarcaron en la idea de que la evolución no era necesariamente un proceso lineal de cambio ascendente. Los organismos simples podían dar origen a otros más complejos sin desaparecer durante el proceso y, por lo tanto, no era necesario recurrir a la generación espontánea para explicar la reposición de los organismos que se agotaban por el cambio constante. 
Darwin, tomó conocimiento de un tratado sociológico breve, pero muy comentado, escrito por el reverendo Thomas Malthus (1766-1834) quien advertía, al igual que los economistas lo han hecho desde entonces, que la población humana estaba incrementándose tan rápidamente que en poco tiempo sería imposible alimentar a todos los habitantes de la Tierra. Darwin vio que la conclusión de Malthus, que la disponibilidad de alimentos y otros factores limitan el crecimiento de la población, es válida para todas las especies, no sólo para la humana. El proceso por el cual los sobrevivientes son "elegidos" fue llamado por Darwin "selección natural". 
Según Darwin, las variaciones que aparecen en cada población natural y se heredan entre los individuos son una cuestión de azar. No las produce el ambiente, ni una fuerza creadora ni el esfuerzo inconsciente del organismo. Por sí mismas, no tienen meta o dirección, pero a menudo tienen valores adaptativos positivos o negativos, o sea, pueden ser más o menos útiles para un organismo si se juzga su supervivencia y su reproducción. Es el funcionamiento de la selección natural, la interacción de organismos individuales con su ambiente durante una serie de generaciones, lo que confiere dirección a la evolución.


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