miércoles, 3 de abril de 2019

Teorias del origen de la Biodiversidad


¡Hola chicos!
¡Bienvenidos a este nuevo espacio!
¡Dentro del blog encontrarán  material complementario  para el desarrollo de los contenidos de este nuevo año!
Les adjunto un  repaso de lo trabajado en clase.
Saludos.
Prof. Lorena Fumarola


Teorias del origen de la Biodiversidad

Mucho antes de los tiempos de Aristóteles (384-322 a. C.), en la Grecia Antigua existió una escuela de filosofía griega, la de los jónicos. Esta escuela, fundada por Anaximandro (611-547 a. C.), culminó con los escritos del filósofo-poeta latino Lucrecio (99-55 a. C.). Los jónicos desarrollaron una teoría atómica y posiblemente también, según algunos autores, una teoría de la evolución, ambas sorprendentemente similares a los conceptos actuales. En aquella época dos pensadores establecieron explicaciones para el origen de la diversidad biológica, emparentada con la perspectiva evolucionista. Las ideas de Anaximandro como las de Empédocles adhieren a la concepción de que las formas vivas no son fijas, concepción que no sería retomada hasta el siglo XVIII.
En el siglo XVIII, el francés Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788) se ubicó entre los primeros científicos en proponer que las especies podrían sufrir cambios en el curso del tiempo. 

 Se suele considerar a Buffon como el científico transformista más importante de su época. Pero en toda su obra puede interpretarse cierta coexistencia entre ideas transformistas y a favor de la generación espontánea, pues no abandonó esta creencia para explicar el origen de algunos seres vivos.
 La idea de que cada tipo de ser vivo surgió tal como es en la actualidad –y que fue creado especial y específicamente– era una idea apremiante en el siglo XVIII. ¿De qué otro modo se podría explicar el sorprendente grado en el cual cada ser vivo estaba adaptado a su ambiente y a su papel en la naturaleza? No fue solamente la autoridad de la iglesia, sino también, según parecía, la evidencia ante los propios ojos, la que confería tal fuerza al concepto llamado "de creación especial". Entre aquellos que creían en la creación divina estaba Carl von Linné (Linneo) (1707-1778), el gran naturalista sueco que ideó el sistema actual de nomenclatura para las especies o clases de organismos.
 Fueron los geólogos, más que los biólogos, quienes prepararon el camino para la teoría moderna de la evolución. Uno de los que tuvieron mayor influencia fue James Hutton (1726-1797). Hutton propuso que la Tierra había sido moldeada, no por hechos repentinos y violentos, sino por procesos lentos y graduales: el viento, el clima y el fluir del agua, los mismos procesos que pueden verse en acción en el mundo actual. Esta teoría de Hutton fue conocida como "uniformitarismo". No pudo estimar exactamente la edad de nuestro planeta, pero dejó en claro que era muy antiguo.
Entre aquellos que dudaban que las especies fueran fijas y no cambiasen estaba Erasmus Darwin (1731-1802), el abuelo de Charles Darwin (1809-1882). Erasmus Darwin era médico, naturalista y escribía prolíficamente, con frecuencia en verso, sobre temas de botánica y zoología. Sugirió, fundamentalmente en acotaciones y notas al pie de página, que las especies tienen conexiones históricas entre sí, que los animales pueden cambiar en respuesta a su ambiente y que su progenie puede heredar estos cambios. 

El primero en sugerir que los fósiles son restos de animales y plantas enterrados había sido un geólogo y anatomista danés, Nicolaus Steno (1638-1686) en la segunda mitad del el siglo XIV. El agrimensor y geólogo inglés William Smith (1769-1839) fue uno de los primeros en estudiar científicamente la distribución de los fósiles.

Como en el mundo del uniformitarismo de James Hutton (1726-1797), la Tierra vista y descrita por William Smith era sin duda muy antigua. Estaba comenzando una revolución en la geología; la ciencia de la Tierra se estaba transformando en un estudio del tiempo y del cambio, más que en un mero catalogar tipos de rocas. En consecuencia, la historia de la Tierra quedó íntimamente ligada a la historia de los organismos vivos, como lo revelaba el registro fósil. Paralelamente a todos estos acontecimientos, en esta época se hallaban en auge las expediciones científicas.
El primer científico moderno que elaboró un concepto sistemático de la evolución fue Jean Baptiste Lamarck (1744-1829), si bien no fue el primero en poner en duda la idea de que las especies son fijas y no cambian. Este "naturalista justamente célebre", como el propio Darwin (1809-1882) lo calificó, propuso audazmente en 1801 que todas las especies, incluido Homo sapiens, descienden de otras especies.
Como su contemporáneo George Cuvier (1769-1832) y otros, Lamarck notó que las rocas más antiguas generalmente contenían fósiles de formas de vida más simples. A diferencia de Cuvier, que adhería a las ideas fijistas, Lamarck interpretó estas evidencias como si las formas más complejas hubiesen surgido de las formas más simples por una suerte de progresión. De acuerdo con su hipótesis, esta progresión –o evolución, para usar el término moderno– depende de dos fuerzas principales. La primera es la "herencia de los caracteres adquiridos". Los órganos en los animales se hacen más fuertes o más débiles, más o menos importantes, por su uso o su desuso, y estos cambios, de acuerdo con la propuesta de Lamarck, se transmiten de los padres a la progenie. Su ejemplo más famoso fue la evolución de la jirafa. La segunda fuerza igualmente importante en el concepto de evolución de Lamarck fue un principio creador universal, un esfuerzo inconsciente y ascendente en la Scala Naturae, que impulsaba a cada criatura viva hacia un grado de complejidad mayor. 
La figura que dominaba en la ciencia europea a principios del siglo XIX era Georges Cuvier (1769-1832). Cuvier fue el fundador de la paleontología de los vertebrados, el estudio científico del registro fósil de los animales con esqueleto interno, y de la anatomía comparada.
A pesar de sus profundos conocimientos acerca de los seres vivos actuales y extintos, Cuvier consideraba que las especies habían sido creadas en forma simultánea por un acto sobrenatural o divino y que, una vez creadas, se mantuvieron fijas o inmutables. Esta postura que se conoce como "fijismo" era predominante en el pensamiento de los naturalistas de la época. 
Creía que la Tierra tenía una historia muy breve pero, a la vez, estaba impresionado por los enormes cambios que indudablemente habían ocurrido en el pasado geológico. Su trabajo dio nueva vida al antiguo concepto de "catastrofismo" según el cual una serie de revoluciones o catástrofes –movimientos de la Tierra e inundaciones– habían eliminado especies enteras de organismos y moldeado la superficie terrestre. Después de cada catástrofe, la más reciente de las cuales fuera el Diluvio, nuevas especies llenaban los lugares vacantes. El catastrofismo se sostuvo como una de las mayores doctrinas de la geología hasta que se demostró que los cambios lentos durante períodos prolongados podían explicar el modelado de la superficie de la Tierra.
 Basado sobre sus propias observaciones y sobre las de sus predecesores, el geólogo británico Charles Lyell (1797-1875) se opuso a la teoría de las catástrofes. En cambio, presentó nuevas evidencias en apoyo de la teoría uniformitarista de James Hutton (1726-1797). De acuerdo con Lyell, el efecto lento, constante y acumulativo de las fuerzas naturales había producido un cambio continuo en el curso de la historia de la Tierra. Dado que este proceso es demostrablemente lento y sus resultados apenas visibles en el curso de una vida, deben, por lo tanto, haber ocurrido durante un lapso muy prolongado. Lo que la teoría de Darwin necesitaba era tiempo, y fue tiempo lo que Lyell le proporcionó. 
Charles Darwin (1809-1882) tenía muy frescas en su mente las teorías de Charles Lyell.
Lyell fue una de las personas que más influyó en él. Los primeros intentos de Darwin por imaginar el proceso de transformación de los seres vivos se enmarcaron en la idea de que la evolución no era necesariamente un proceso lineal de cambio ascendente. Los organismos simples podían dar origen a otros más complejos sin desaparecer durante el proceso y, por lo tanto, no era necesario recurrir a la generación espontánea para explicar la reposición de los organismos que se agotaban por el cambio constante. 
Darwin, tomó conocimiento de un tratado sociológico breve, pero muy comentado, escrito por el reverendo Thomas Malthus (1766-1834) quien advertía, al igual que los economistas lo han hecho desde entonces, que la población humana estaba incrementándose tan rápidamente que en poco tiempo sería imposible alimentar a todos los habitantes de la Tierra. Darwin vio que la conclusión de Malthus, que la disponibilidad de alimentos y otros factores limitan el crecimiento de la población, es válida para todas las especies, no sólo para la humana. El proceso por el cual los sobrevivientes son "elegidos" fue llamado por Darwin "selección natural". 
Según Darwin, las variaciones que aparecen en cada población natural y se heredan entre los individuos son una cuestión de azar. No las produce el ambiente, ni una fuerza creadora ni el esfuerzo inconsciente del organismo. Por sí mismas, no tienen meta o dirección, pero a menudo tienen valores adaptativos positivos o negativos, o sea, pueden ser más o menos útiles para un organismo si se juzga su supervivencia y su reproducción. Es el funcionamiento de la selección natural, la interacción de organismos individuales con su ambiente durante una serie de generaciones, lo que confiere dirección a la evolución.


          Fuente:http://www.curtisbiologia.com/




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